
La tarta de queso o cheesecake se ha convertido en los últimos años en una tendencia al alza. Todos o casi todos los restaurantes que se precien, tienen en su carta una tarta de queso. Los hay que se pegan por ver cuál es la mejor de las tartas de queso del mundo (o al menos de España). Por no hablar de los foodies o cocinillas, que sacan todas las fotos de las que se comen (además de las que hacen ellos). Yo hago la mejor receta de cheesecake, a continuación te muestro el paso a paso.
La tarta de queso perfecta
La tarta de queso o cheesecake perfecta está al alcance de vuestras manos con esta receta. Yo no saco fotos de las tartas de queso de los demás (qué borde jaja). Pero, después de haber hecho miles de pruebas, creo que he dado con la receta definitiva, la receta que unifica la máxima perfección de todas las tartas de queso o cheesecakes (o como las queráis llamar).
Mi tarta es una tarta cremosa, no excesivamente dulce, con un sabor a queso espectacular. Con un punto salado que hace de contrapunto y con el crujiente de la base de galleta y mantequilla que le da el toque muy particular. La receta del interior es más o menos la de la tarta de queso de La Viña. La única diferencia es que no lleva nada de harina. Ya sólo con este relleno, la tarta es alucinante, pero si queremos darle ese toque diferente le metemos la galleta y ¡chispún!.

Ingredientes de la tarta de queso
Para el relleno
- 180 g de azúcar
- 550 g de queso crema
- 100 g de queso Idiazabal ahumado (opcional, quitar 100 g de queso crema y meter 100 g de queso Idiazabal ahumado)
- 375 ml de nata 35% M.G.
- 6 huevos M
Para la base
- 1 paquete de galletas María doradas o Lotus (200 g aprox.)
- 70 g de mantequilla
Útiles necesarios
- Molde de 20 cm – 22 cm de diámetro y 8 cm de altura
Preparación de la tarta de queso o cheesecake
Comenzamos precalentando el horno a 170ºC con calor arriba y abajo. Vamos a hacer la base de nuestra tarta de queso. Lo bueno es que esta base es completamente opcional. Si queréis la ponéis y si no pues no la ponéis y punto redondo. El resultado va a ser igualmente un puto (perdón, pero la tarta merece este taco, así es más intenso el texto) espectáculo de tarta. La base le aporta crujiente y eso siempre mola. Pero si no se la ponemos, no pasa nada, va a estar igual de rica (o más, como seguro que piensan algunos/as).
Si habéis decidido ponerle base de galleta, en un robot de cocina (Thermomix, por ejemplo) ponemos el paquete de galletas María o de Lotus y le damos a triturar a tope. Que queden completamente hechas polvo. Cuando tengamos las galletas hechas polvo, le añadimos la mantequilla en pomada y lo mezclamos todo hasta que quede una masa. Pasamos esta mezcla al molde, al que habremos puesto un papel vegetal de horno humedecido y arrugado (para que sea más sencillo que se adapte al molde).
Extendemos bien la galleta por toda la base y la subimos ligeramente por la pared del molde. Metemos el molde con la base de galleta al frigorífico o al congelador, donde mejor nos parezca. El caso es que se mantenga fría y se endurezca para que al echar la mezcla del relleno aguante y no se suba.

Una vez hecho esto, vamos a mezclar los ingredientes del relleno de la tarta de queso. En el mismo robot que hemos triturado las galletas ponemos los 180 g de azúcar, los 550 g de queso crema (que sea un buen queso crema, esto hará que el sabor sea mejor) y por último los 375 ml de nata 35% M.G. (que también sea buena). Se mezcla todo a velocidad media.
Cuando estén estos ingredientes bien mezclados, dejamos la máquina a velocidad media y vamos añadiendo los huevos uno a uno y que se vayan integrando. Al integrar uno añadimos el siguiente y así hasta acabar con los 6 huevos. Cuando tengamos el relleno preparado sacamos el molde con la base de galleta del congelador o nevera y lo rellenamos con la mezcla. Por cierto, si no tenéis un robot de cocina o batidora de baso o batidora de mano podéis hacerlo todo con unas varillas de toda la vida de forma manual. Así echáis brazo.

Metemos el molde al horno precalentado a 170ºC con calor arriba y abajo y dejamos la tarta 30 minutos. A los 30 minutos, sin abrir la puerta del horno, subimos la temperatura a 200ºC y la dejamos 5-10 minutos más. Transcurrido el tiempo de horneado, y viendo que la tarta está dorada, abrimos la puerta del horno y la movemos ligeramente. Si vemos que se mueve, que baila el interior, la tarta estará lista. Apagamos el horno y dejamos la tarta dentro con la puerta abierta otros 5 minutos más.

Después la sacamos y dejamos que tome temperatura ambiente antes de meterla al frigorífico (si se refrigera que sea unas 4-5 horas). El molde se deja puesto hasta el momento de servirla. Para servirla se desmonta el molde y se baja el papel por los lados con cuidado. Yo hago la tarta por la noche y la dejo hasta el día siguiente en la nevera para comerla. Eso ya a gusto de cada uno. El resultado es el que se ve en las fotos. Lo que sí que os recomiendo, es que os la comáis en el día (eso seguro que lo hacéis porque está para comerse dos tartas seguidas).

Esta tarta es el mejor colofón a una buena comida. Una tarta ideal para un día de celebración o para sorprender a vuestros invitados más foodies, esos que instagramean todas y cada una de las tartas de queso que se comen (jejejeje). Igual tenéis suerte y hacen lo mismo con la vuestra. Espero que os guste (y que os salga bien).